«Los malvados se pervierten desde que nacen; desde el vientre materno se desvían los mentirosos. Su veneno es como el de las serpientes, como el de una cobra que se hace la sorda» (Sal. 58:3, 4).
Gertie, Mugsie y Alice eran hermanas que no tenían muchas cosas interesantes que hacer. Vivían en la India, muy lejos de los centros comerciales, de los puestos de venta de helado y de las salas de juegos. Así que eso explica por qué un día estaban jugando en una pila de arena. Movían la arena y le daban forma. Esto era divertido, pero se puso mejor aún cuando descubrieron enterrado en la arena algo que parecía un tesoro. Bueno, parecían canicas, pero en lugar de ser duras, se sentían gomosas.
Cuando llegó la hora de volver a casa, las muchachas se dividieron el nuevo tesoro. Gertie le dio seis canicas a Mugsie, seis a Alice y ella se quedó con seis. Cuando llegó a su habitación, puso las canicas en el cajón de las medias.
A la mañana siguiente, fue al ropero a buscar un par de medias limpias. El cajón estaba bastante alto y, cuando miró por el borde, se llevó una sorpresa. Enrollada entre las medias, había una serpiente de quince centímetros de largo. Gertie llamó a gritos a su madre. La mamá se dio cuenta de que la serpiente era una cobra real letalmente venenosa, y el pánico se extendió por la casa. El terror empeoró cuando Gertie se dio cuenta de que les había dado a sus hermanas un montón de huevos de cobra.
La mamá llamó a un sirviente. «Te daré dinero por cada serpiente que atrapes», le dijo. Finalmente, encontraron a todas las serpientes y sí, las desactivaron.
¿Qué criaturas peligrosas estás trayendo a tu casa? A veces invitamos a «amigos» que nos divierten o nos entretienen, pero que tienden a meternos en problemas o que tienen una manera de pensar y de ver la vida que resultan «venenosas». Trata de evitar ese tipo de malas compañías. Con seguridad terminarán envenenándote. Kim