Recordad, queridos jóvenes amigos, que cada día, cada hora, cada momento estáis tejiendo la trama de vuestro propio destino. Cada vez que se arroja la lanzadera, se introduce en la trama un hilo que echa a perder o embellece el tejido. Si sois descuidados e indolentes, malográis la vida que Dios quiere que sea brillante y hermosa. Si escogéis seguir vuestras propias inclinaciones, los hábitos no cristianos os atarán con ligaduras de acero. Y a medida que os apartéis de Cristo, vuestro ejemplo será seguido por muchos que debido a vuestra errónea conducta nunca gozarán de las glorias del cielo. Pero si hacéis valientes esfuerzos para vencer el egoísmo y no pasáis por alto ninguna oportunidad de ayudar a los que os rodean, la luz de vuestro ejemplo guiará a otros a la cruz (Youth’s Instructor, diciembre 5, 1901).