La Obra de Cristo consistió, en extenso grado, en entrevistas personales. Tenía él una fiel consideración por el auditorio de una sola alma, y esa alma ha transmitido a miles el conocimiento recibido.
Los trabajadores de más éxito son aquellos que están dispuestos a trabajar alegremente para servir a Dios en las cosas pequeñas. Cada ser humano ha de trabajar con su hilo personal, tejerlo en la trama que forma el tejido y completar el diseño. . .
Educad a los jóvenes para que ayuden a los jóvenes; y al tratar de hacer este trabajo, cada uno obtendrá la experiencia que lo calificará para llegar a ser un obrero consagrado en una esfera más vasta. Miles de corazones pueden ser alcanzados del modo más sencillo.
Los hombres y las mujeres más intelectuales, los que son considerados y elogiados como los más insignes y mejor dotados del mundo, son con frecuencia refrescados por las palabras más humildes y sencillas de alguien que ama a Dios y que puede hablar de ese amor con la misma naturalidad con que un mundano habla de aquellas cosas que su alma contempla y de las cuales se alimenta. Las palabras, aun bien preparadas y estudiadas, tienen poca influencia; pero la obra verdadera, sincera de un hijo o hija de Dios, ya sea llevada a cabo por palabras o por un pequeño servicio hecho con natural sencillez, abrirá la puerta de entrada a muchas almas, por largo tiempo cerrada (Review and Herald, mayo 9, 1899).