El les dijo: «Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco».
(Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer). Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. Marcos 6:3 1-32.
Quienes trabajan en exceso suelen mantenerse tan enfrascados en sus tareas que alguien ha de advertirles que se tomen un receso. Es precisamente lo que Jesús dijo a sus discípulos alejándolos de la multitud. Hoy resulta más fácil caer en el trabajo excesivo que en tiempos pasados. Es fácil llevarse todos los archivos y carpetas de trabajo en el ordenador (computadora) portátil, la tableta o el móvil para continuar trabajando conectados a la red durante las horas que antes se dedicaban a la familia y al ocio.
La Biblia exalta la diligencia en el trabajo (Proverbios 6:6-8; 13:11; 14:23; 2 Tesalonicenses 3:6-15). Pero también contiene mensajes que aconsejan evitar el exceso. Por ejemplo, el versículo de hoy, además de algunos textos que advierten de la tarea afanosa por ganar dinero (Proverbios 23:4) o la institución del sábado como cesación de la actividad laboral que Dios estableció (Génesis 2:3).
Existe aún otro paso más allá del trabajo excesivo. Se trata de la adicción al trabajo. El adicto muestra obsesión por su trabajo y este domina sus pensamientos. Se halla bajo el control de sus actividades profesionales y utiliza su empleo de manera compulsiva (repetitiva) para reducir la ansiedad y la culpa que le produce no trabajar. Es algo así como una droga para sentirse mejor. Esta conducta está hoy tipificada como un trastorno común, con grupos terapéuticos (Workaholics Anonymous o Adictos al trabajo anónimos), escalas para medir su intensidad y terapias diseñadas para su tratamiento.
Todos contamos con cierto riesgo de caer en este problema, pero resulta aún más peligroso en medio de sociedades o empresas competitivas donde se premia el aumento de la productividad y se ofrecen bonos, ascensos, reconocimiento público, exaltación del trabajo excesivo, entre otros. Los casos más extremos conversaciones trabajan telek-lar as horas, comen en su escritorio, leen y toman notas en medio de conversaciones telefónicas, envían textos y correos de continuo, evitan las vacaciones y pueden acabar con síntomas depresivos.
Puede que no seas adicto, pero tal vez te excedas en el trabajo. En cualquier caso, hoy te invitamos a que revises tus valores (Mateo 6:33) y recuerdes que tu relación con el Creador es primordial y que tu familia y los vínculos sociales son partes importantes para disfrutar de una salud mental equilibrada. Por supuesto, el trabajo y el ocio son también importantes, pero solo en su justa medida.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez