En nuestra obra, el esfuerzo individual logrará mucho más de lo que se puede estimar. Es por falta de él por lo que las almas perecen. Un alma es de valor infinito; el Calvario nos dice su precio. Un alma ganada para Cristo, contribuirá a ganar a otras, y la cosecha de ben- dición y salvación irá siempre en aumento.—Obreros Evangélicos, 192.