Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento. Lucas 17:26-27, RV60.
El versículo de hoy tiene una dimensión profunda porque es Jesús quien habla, y nos está diciendo que en los últimos días, la gente se casará y se dará en casamiento, como sucedía en los días de Noé. El matrimonio pasa a ser, pues, un factor revelador de los tiempos que estamos viviendo. Resulta obvio que los índices de divorcio en Occidente son elevadísimos. Según las estadísticas, 48% en los primeros matrimonios y 65% en los segundos, entre la población general. Pero sería ingenuo de nuestra parte juzgar a la población general, pensando que «son Sodoma y Gomorra», y no darnos cuenta de lo que sucede en nuestras congregaciones. Ser sensibles a este tema es importante si queremos ofrecer apoyo a quien está sufriendo, en lugar de ofrecerle condenación social y olvido.
El divorcio no se puede reducir a un suceso en la vida de una persona; es una cadena de sucesos emocionales, psicológicos, sociales y espirituales que dejan un rastro devastador: relaciones rotas o cambiadas, familias disfuncionales, pobreza, inestabilidad, enfermedad. Un divorcio es un largo proceso que deja terribles consecuencias:*
> Altera la estructura familiar, creando conflictos y dividiendo lealtades.
> Genera trauma psicológico y emocional, por la sensación de fracaso y pérdida que conlleva. Decepción, amargura, soledad, depresión, baja autoestima y sensación de abandono acompañan frecuentemente a la persona que está atravesando un proceso de divorcio. El estrés que acarrea debilita su sistema inmune, dejándola más vulnerable a enfermedades físicas y mentales.
> Empobrece a los ex cónyuges, lo cual tiene un impacto sobre el estilo de vida y el nivel de bienestar tanto de ellos como de los hijos que tienen en común. A veces, divorciarse implica mudarse, lo cual significa que cambian las personas con quienes se relacionan socialmente los miembros de la familia.
> Afecta a los niños, que son las víctimas inocentes de un divorcio, sobre todo impactando su sentido de pertenencia, seguridad y autoestima.
¿Qué haremos nosotras, las hermanas de iglesia, para ayudar a todas esas personas que están pasándolo mal porque el divorcio ha llegado a sus vidas?
*«El impacto del divorcio sobre los matrimonios adventistas», https://family.adventistorv/the-impactof-divorce-on-sda-couples/ (en inglés consultado; en mayo de 2019)