La unión es fuerza, y el Señor desea que esta verdad siempre sea revelada en todos los miembros del cuerpo de Cristo, Todos deben estar unidos en amor, en humildad, en mansedumbre de mente; organizarse como una sociedad de creyentes con el propósito de combinar y difundir su influencia; deben trabajar como Cristo trabajó. Siempre han de manifestar cortesía y respeto mutuos. Todo talento tiene su lugar y debe mantenerse bajo el control del Espíritu Santo.
La iglesia está unida en los sagrados vínculos del compañerismo a fin de que cada miembro se beneficie de la influencia de los demás. Todos deben unirse al pacto de amor y armonía que existe. Los principios y las gracias cristianas de toda la sociedad de creyentes han de comunicar fortaleza y poder en una acción armoniosa. Cada creyente debe beneficiarse y progresar por la influencia refinadora y transformadora de las variadas capacidades de otros miembros, para que las cosas que falten en uno puedan ser más abundantemente desplegadas en otro. Todos los miembros deben acercarse el uno al otro, para que la iglesia llegue a ser un espectáculo ante el mundo, ante los ángeles y ante los hombres (Mensajes selectos, t, 3, pp. 15, 16).
Es el plan de Dios que sus siervos tengan diversos dones. Es su voluntad que hombres de distintos criterios ingresen en la iglesia para colaborar con él. Tenemos que hacer frente a diferentes opiniones, y se necesitan dones distintos. Los siervos de Dios deben trabajar en perfecta armonía. Le agradezco a Dios porque no somos exactamente iguales, aunque debemos tener el mismo espíritu: El espíritu que moraba en Cristo. El apóstol Juan no era igual al apóstol Pedro. Cada cual tenía que someter sus peculiaridades y suavizar su temperamento, para que pudieran ayudarse mutuamente mediante la fe en la verdad y la santificación que ella produce…
Tenemos que aprender a tolerar las particularidades de los que nos rodean. Si nuestra voluntad está dirigida por Cristo, ¿cómo podremos discrepar con nuestros hermanos? Si ello ocurre, es evidente que el yo tiene que ser crucificado. Aquél a quien Cristo otorga libertad es verdaderamente libre. No estamos completos en Cristo a menos que nos amemos como el Señor nos amó (Cada día con Dios, p. 260).
Así como los diferentes miembros del organismo humano se unen para formar el cuerpo entero y cada uno cumple su parte obedeciendo a la inteligencia que gobierna el todo, de la misma manera los miembros de la iglesia de Cristo deben estar unidos en un cuerpo simétrico, sujeto a la inteligencia santificada del conjunto.
Todos debemos sentir nuestra responsabilidad individual como miembros de la iglesia visible y trabajadores en la viña del Señor… Nuestro precioso Salvador nos ha invitado a unirnos a él y a unir nuestra debilidad con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con su mérito (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 20).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
3er. trimestre 2020 “HACER AMIGOS PARA DIOS”
Lección 6: «POSIBILIDADES ILIMITADAS»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez