No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla. 1 Corintios 10:13.
Una de las experiencias más frustrantes de la vida es tratar con personas injustas, irrazonables o que no respetan sus compromisos. En el ámbito educativo, a veces hay profesores que hacen demandas excesivas, asignan tareas tediosas e irrelevantes y ponen exámenes extremadamente difíciles. Existen empleados que han de someterse a las órdenes de jefes iracundos, incomprensivos, que esperan resultados perfectos en poco tiempo y con la mínima remuneración. También hay ciudadanos que sufren excesiva presión por parte de las autoridades que cargan tasas e impuestos a salarios ínfimos. En última instancia, en cualquier relación podemos acabar aportando mucho y recibir muy poco.
El texto de hoy es alentador por presentarnos un Dios razonable, fiel y justo. Él nos conoce mejor que nadie y no permitirá ninguna prueba superior a nuestras posibilidades, ofreciendo siempre la salida de la tentación. La palabra fiel es la traducción del adjetivo griego pistós, que se utilizaba para calificar a la persona justa, fiable, verdadera y segura en las transacciones comerciales o relaciones interpersonales. Aunque es un término puramente humano, nos comunica una idea aproximada de cómo actúa Dios cuando somos tentados.
Se cuenta la historia de un pastor que llevaba una vida degradada hasta el punto de que su propia congregación tuvo que llamarle la atención:
‑Pastor, deseamos que se corrija y abandone de una vez sus pecados.
El ministro se excusó diciendo que las tentaciones que lo acosaban eran inmensas e irresistibles. Relató un sueño persistente:
‑Muchas noches tengo la pesadilla de que una cobra me mantiene enroscado y me amenaza con la cabeza frente a mi pecho. Después veo una nueva imagen en la que la misma cobra es gigantesca, como de cuatro pisos de altura; me tiene atrapado sin salida posible. La interpretación es que la tentación es tan grande que me es imposible vencerla.
Al punto, una anciana enunció la interpretación más acertada:
‑Cuanto mayor sea el tamaño de la cobra, mayor será la manifestación de nuestro Dios para darle salida de la tentación.
Ya sea en la lucha contra el pecado o contra cualquier forma de adicción, recordemos siempre que Dios es fiel y justo y nos pide solo aquello que, con su ayuda, podremos llevar a cabo para alcanzar la victoria.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez