«El primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servido de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén. ¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén». Apocalipsis 1: 5-7, NVI
QUIZÁ SATANÁS TE SUSURRE: «Eres demasiado pecador para que Cristo te salve». A la par de reconocer que eres ciertamente pecador e indigno, puedes hacer frente al tentador exclamando: «Por la virtud de la expiación reclamo a Cristo mi Salvador. No confío en mis méritos, sino en la preciosa sangre de Jesús, que me limpia. En este mismo momento hago depender mi ser impotente de Cristo».— Mensajes para los jóvenes, secc. 3, p. 77.
La humanidad toda estaba bajo la condenación de la ley quebrantada. Ningún ser humano podía salvarse a sí mismo, y por eso Cristo vino a este mundo, revistió su divinidad con la humanidad, y dio su vida, el justo por el injusto. Se dio a sí mismo por nuestros pecados, y ofrece gratuitamente a todo el mundo el perdón comprado con su sangre.— Palabras de vida del gran Maestro, cap. 19, pp. 194-195.
Los ángeles miran con reverencia y asombro la misión que Cristo vino a cumplir en este mundo. Se admiran del amor que lo impulsó a darse en sacrificio por nuestros pecados. Pero ¡con cuánta ligereza consideramos los seres humanos aquello que fue conseguido por su sangre!— Obreros evangélicos, p. 513.
Cuando este don maravilloso e inapreciable fue concedido al mundo, todo el universo celestial se conmovió poderosamente en un esfuerzo por comprender el insondable amor de Dios. […] ¿Continuaremos, sin embargo, indecisos entre dos opiniones? ¿Le devolveremos a Dios solo un mínimo de los talentos y las fuerzas que él nos ha prestado? ¿Cómo podemos hacerlo sabiendo que el Comandante de todo el cielo, comprendiendo la miseria de la raza caída, se despojó de su manto y corona reales y habiendo tomado sobre sí la naturaleza humana, vino a esta tierra para que la unión de nuestra humanidad con su divinidad fuera posible?— Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 29.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «FAMILIARIZÁNDONOS CON LA MISERICORDIA DE DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez