Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.SALMO 128: 1
Según las Sagradas Escrituras, las personas felices son las que reverencian al Señor, las que experimentan en su presencia un sagrado temor. La Biblia da por sentado que todos creemos en Dios, y hace hincapié, sobre todo, en la forma en que respondemos a esa creencia en la existencia del Creador de todas las cosas. ¿Permitimos que Dios sea como realmente es: digno de adoración, soberano y dueño del universo, majestuoso y santo, vasto y maravilloso? ¿O intentamos frecuentemente reducirlo al tamaño de nuestra propia mente? ¿Insistimos en confinarlo a los límites de nuestra propia comodidad y rehusamos pensar en él de otra manera que no sea compatible con nuestro estilo de vida?
Conversaba con el autor de una de las columnas periodísticas más leídas en El Salvador, y me decía un tanto incómodo, hablando de un predicador famoso en ese país: «Ese pastor ha hecho un Dios a su medida, un Dios del tamaño de sus razonamientos, de sus ambiciones, metas, deseos, gustos, e intereses; un Dios sujeto a sus caprichos personales».
¿De qué tamaño es tu Dios? Muchos tienen un Dios diferente del que se revela en las Escrituras. No es el Dios de la creación, el Dios que, aunque todo lo trasciende, condesciende a tratar de manera personal a cada una de sus criaturas. Es, más bien, una reproducción barata creada a su imagen, generalmente con fines comerciales. ¿Qué puede protegernos de ese concepto blasfemo del Dios todopoderoso? La Biblia enfatiza la necesidad de temer a Dios no para atemorizarnos, sino para atraer nuestra atención a su grandeza y poder.
Si andas en los caminos del Señor, estarás dispuesto a obedecer sus órdenes y ejecutar todas sus obras. Serás obediente a su mandato: «Este es el camino, andad por él» (Isa. 30:21). Irás a donde él te ordene acudir, y no irás a aquellos lugares que él prohibe visitar. Seguirás sus indicaciones, obedecerás sus normas, actuarás de acuerdo a los valores del cielo y no según las circunstancias. Tendrás una disciplina espiritual que practicarás cada día, y una relación personal con él que desarrollarás constantemente.
Transita hoy por los caminos del Señor. Se supone que debes ser perfecto y no cometer errores, pero hay provisiones divinas si no alcanzas ese ideal (1 Juan 2: 1). Guarda sus mandamientos y serás dichoso. Reverencia al Señor y tendrás un final feliz. El camino es sencillo; transita por él.
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020 «Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios» Por: Juan O Perla Colaboradores: José Luc & Silvia García