La mamá de Miguel tenía un pie lastimado y no podía ir a la iglesia.
Como el templo no quedaba lejos, ella le dio una moneda y el niño le prometió que iría Y volvería directo a casa. Cuando se despedían, la mamá le dijo: «¡Yo confío en ti!».
Miguel salió de su casa camino a la iglesia pero, al pasar frente a la casa de Gonzalo, su amigo le pidió que se quedara un rato para jugar. Miguel quería jugar con Gonzalo, pero se acordó de lo que su mamá le había dicho, así que le dijo que no podía y se fue a cumplir lo que había pedido su mamá.
¿Y yo?
¿Puede tu mamá confiar en ti?
Mi oración para hoy
Muchas gracias, Jesús, por ayudarme a ser obediente.
En la Biblia leemos:
«El que recibe un encargo debe demostrar que es digno de confianza» (1 Corintios 4: 2).