Mas para vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación. Malaquías 4:2.
Imagina que un temporal de lluvias se despliega en el lugar donde vives. Al principio puede parecer emocionante, sobre todo si las lluvias son escasas en tu región; pero piensa que las lluvias persisten varios días y que la bruma y la oscuridad se pronuncian de manera constante. Los días pasan y junto con las inclemencias del tiempo crecen el desánimo y la melancolía. Supón que, por primera vez, después de mucho tiempo, comienzan a vislumbrarse los rayos del sol. Minutos después, tu rostro se ve iluminado por el resplandor del astro y toda una serie de cambios psicofisiológicos ocurren en tu cuerpo como consecuencia de su fulgor.
La luz solar influye directamente sobre el estado de ánimo, pues condiciona la secreción de serotonina, un neurotransmisor que liberan las neuronas del sistema nervioso central y cuyo déficit ha sido asociado con la depresión y la ansiedad. Por eso, sentimos más alegría y euforia durante los días soleados que durante los días grises y lluviosos. El sol ejerce una acción poderosa sobre muchas funciones del organismo, incluyendo el sueño y el peso corporal. Además, por su aporte en vitamina D, mejora la calidad de los huesos, aumenta la fuerza muscular, tonifica y vitaliza la piel, estimulando la circulación sanguínea y reduciendo el riesgo de muerte. Exponer el cuerpo al sol, durante unos pocos minutos al día, en las horas de media mañana o tarde, colabora con la absorción y liberación de estos elementos esenciales que dan vida a todo el organismo.
Y si los rayos del sol tienen el poder de suscitar tanto bien para el cuerpo, ¿puedes imaginarte lo que puede hacer el Sol de justicia para todo tu ser? Es posible que hayas pasado varios días bajo una nube de dificultades o aflicciones; y que las mismas sean la causa de tu desánimo y melancolía. Pero si te colocas bajo los rayos de la luz de Cristo, toda una serie de cambios psicofisiológicos y espirituales ejercerán una transformación completa de tu ser.
El sol es beneficioso para la salud solo si lo absorbes cada día, exponiéndote adecuadamente a su influencia. Así también, si te colocas bajo la influencia de Dios, podrás obtener los más grandes resultados. A diferencia de la luz del sol, que depende del tiempo atmosférico, podemos acudir a Cristo en todo momento para que brille sobre nuestro corazón. Recuerda la promesa: «Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación».
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez