Los pastores de ovejas que servían a Abraham siempre estaban peleando con los pastores de su sobrino Lot. Lo que pasaba era que los rebaños de ambos pastaban en los mismos lugares y, a veces, la hierba y el agua no eran suficientes.
Entonces, Abraham le dijo a su sobrino que eligiera los campos que más le gustaran para no seguir peleando. Abraham aceptó quedarse con las tierras que Lot no quisiera.
Abraham era amigo de Dios y sabía que el Señor ama la paz Y no la guerra.
¿Y yo?
A ti tampoco te gustan las peleas, ¿no es cierto?
Mi oración para hoy
Querido Jesús, ayúdame a evitar las peleas hoy y siempre.
En la Biblia leemos:
«Tú y yo somos parientes, así que no está bien que haya pleitos entre nosotros, ni entre tus pastores y los míos» (Génesis 13:8).