Volvemos a decir: “Fuera de las ciudades”. No consideréis que es una gran privación el tener que trasladares a los cerros y las montañas, sino buscad un retiro donde podáis estar solos con Dios, para aprender su voluntad y sus caminos. Insto a nuestro pueblo a que convierta la búsqueda de la espiritualidad en la obra de su vida. Cristo está a la puerta. Por esto digo a nuestro pueblo: “No consideréis que es una privación el ser llamados a dejar las ciudades para trasladaros al campo. Allí esperan abundantes bendiciones para los que deseen aprehenderlas. Al contemplar las escenas de la naturaleza, las obras del Creador, y al estudiar la obra de la mano de Dios, seréis transformados imperceptiblemente a la misma imagen”.—Mensajes Selectos 2:408 (1908).