¡Oye, Jehová, mi voz con que a ti clamo! ¡ Ten misericordia de mí y respóndeme! Salmos 27:7, RV95.
Estrella se sentía profundamente triste. Toda una vida había dedicado su voz al servicio de Dios y ahora su corazón languidecía por momentos al darse cuenta de las dificultades tan grandes que experimentaba para poder cantar. Hacía ya más de un mes que se había visto afectada por una alergia de garganta que no le daba tregua. A pesar de ello, seguía cantando por fe, para no fallar a las personas con las que se había comprometido. Y vez tras vez, Dios se manifestaba en sus intervenciones musicales. Ella lo sentía como auténticos milagros en su vida.
Una mañana, bien tempranito, Estrella debía dirigirse a un pequeño lugar donde la aguardaban más de cincuenta hermanos de iglesia sedientos de escuchar la Palabra de Dios a través del canto. Pero ella, a pesar de haberse trasladado hasta el lugar, sentía que su voz no estaba lista para cantar. Sin embargo, confiando plenamente en el poder de Dios, Estrella pasó al frente, al estrado, y comenzó a alabar al Señor por fe a través del canto. Una vez más, Dios, que mira nuestra alabanza sincera y la recibe con satisfacción, obró el milagro. Estrella pudo cantar y todos pudieron alabar al Señor en compañía a través de la música. Una vez más queda demostrado que «para el que cree, todo es posible» (Mar. 9:23, NVI).
Hacer milagros es una especialidad de nuestro buen Dios. Aquello que «para los hombres es imposible […] no [lo es] para Dios; de hecho, para Dios todo es posible» (Mar. 10:27, NVI). Él mismo nos dice en su Palabra: «Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?» (Jer. 32:27, NVI). La respuesta es un rotundo no; no hay nada imposible para él. Desde lo aparentemente más insignificante hasta lo más grande que nos podamos imaginar, todo es posible para Dios si es conveniente para nuestra vida y las vidas de las personas que nos rodean.
Tenemos todos los motivos del mundo para confiar en él, tranquilas en el conocimiento de que, tanto si obra un milagro como si no lo obra, es para nuestro bien. Él sabe qué es lo que nos conviene, y actúa en consecuencia. Por eso, no tengas miedo, cree nada más. Porque si tienes una fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrás ver grandes milagros en tu vida.