«Los sabios atesoran el conocimiento; la boca del necio es calamidad cercana» (Proverbios 10: 14).
Hace varios años tuve que hacer unos arreglos a unas puertas de madera de mi apartamento. Después de evaluar la situación, consideré que el trabajo no era tan complicado, así que tomé una sierra y empecé a cortar. El trabajo evidenció mi falta de práctica y mis escasas habilidades en la carpintería. Los cortes cóncavos de la madera mostraban que no había empuñado la sierra con la suficiente fuerza. Entonces, alguien me dijo: «Que la herramienta no te use a ti, más bien, tú debes usar a la herramienta». Aquellas palabras me iluminaron el rostro. Entonces, observé la fría máquina decidido a no seguir estando a su servicio, sino a que esta siguiera mis indicaciones.
Los seres humanos tenemos grandes herramientas que podemos emplear para alcanzar nuestros objetivos. Seguramente, tú también cuentas con habilidades para desempeñar diversas funciones. Pero hay que tener cuidado con no perder el control de nuestros propios dones, porque aunque sean buenos, sin una debida vigilancia pueden ocasionar resultados lamentables. Esto es especialmente cierto en el caso de la lengua, uno de los dones más valiosos que Dios ha dado a los seres humanos. Hay mucha gente que no controla su lengua, más bien, parece que esta ejerce el control de sus poseedores. De pronto se dan cuenta de que sus comentarios han ido demasiado lejos y ya es tarde para retractarse sin causar terribles daños. «Nunca fue mi intención lastimarte», «No quise decir eso», «¿Por qué tuve que comentarlo?», son expresiones comunes en personas dominadas por su propia lengua. En realidad, eso de vivir a merced de la lengua es un verdadero peligro, ya que nunca sabes a dónde va a conducirte.
Nada ni nadie aparte de Jesucristo debiera controlar nuestra vida. Es muy peligroso perder el timón. Las mismas herramientas que hoy son una bendición para nosotros pueden convertirse en un agente de maldición. El punto clave es no perder el control de nuestra lengua. Aquí, la declaración del apóstol Santiago es muy oportuna: «Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada» (Santiago 1: 26, NVI). Eso significa que el control de la lengua es una de las principales evidencias de una experiencia cristiana genuina.
Este día pide al Señor que te ayude a usar tu lengua para su honra y gloria y no que ella te use a ti.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020 «Una Nueva Versión de Ti» Por: Alejandro Medina Villarreal Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez