Pero nosotros esperamos según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la Justicia. 2 Pedro 3:13.
La temperancia se asocia habitualmente con la alimentación, el trabajo y otros aspectos de la vida, pero rara vez se habla de temperancia ante la negatividad, ante las posturas de pensamiento catastrófico o extremista. Mirar el lado negativo de las cosas o esperar que en el futuro sucedan cosas malas define lo que comúnmente conocemos como pesimismo, y en muchos casos se encuentra arraigado como un rasgo de personalidad. Pero, ¿es posible cambiar este hábito dañino de pensamiento? ¿De qué manera se puede desarrollar un rasgo optimista de personalidad?
Dos estrategias básicas son efectivas para desarrollar el optimismo como una fortaleza del carácter. Si definimos optimismo como la capacidad para mirar el lado positivo de las cosas necesitamos primeramente acostumbrar a nuestra mente a dirigir la atención hacia lo mejor de nuestra vida. ¿Cómo? Puedes escribir en un diario cada motivo de gratitud que te venga a la mente. Recuerda lo mejor que te ha pasado en el día, la semana, el mes ¡o en toda tu vida, si prefieres! Pregúntate: ¿De qué puedo estar agradecido? ¡Acuérdate de registrar cada evidencia del cuidado y del amor de Dios! A esto puede llamársele psicoterapia de la gratitud y, si lo realizas diariamente, ayudarás a desarrollar el hábito de dirigir tu mirada hacia lo mejor de tu pasado.
No obstante, también necesitamos desarrollar el hábito de esperar lo mejor del futuro. Esperar que en el futuro sucedan cosas buenas es otra manera de definir el optimismo. Pero, ¿de qué manera podemos esperar lo mejor del futuro si aún no ha acontecido? ¿Cómo hacerlo cuando hay tantas calamidades que suceden a nuestro alrededor?
Tener expectativas positivas acerca del futuro es posible si centramos nuestra mirada en las promesas de Dios. Cada promesa bíblica es para el creyente un bálsamo que proporciona alivio ante el sufrimiento, las adversidades o el dolor. Puedes pedir a Dios que te ayude a encontrar una promesa para cada día. Repítela durante las siguientes veinticuatro horas y regístrala junto con los motivos de gratitud. Si haces esto diariamente ayudarás a desarrollar el hábito de dirigir tu mirada hacia el mejor futuro posible.
Aunque la ciencia no ha descubierto aún el valor de la psicoterapia de las promesas, puedes estar seguro de que recibirás fuerza y vigor al confiar en Aquel que las pronunció. Es cierto que la vida conlleva dudas, desánimo y desconcierto, no obstante, las promesas te ayudarán a acercarte más a Dios en lugar de separarte de él.
Que Dios te ayude a esperar un futuro glorioso, de acuerdo con sus promesas.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez