«Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él” (Col. 3:17)
Lou Gehrig vivió en una época en que los jugadores de béisbol eran superestrellas. Y él era una de las más grandes. Fue el poderoso bateador que una vez logró cuatro jonrones en un solo partido, récord que ha sido igualado, pero nunca superado. Jugó 2,160 partidos consecutivos, logró que le ha granjeado el sobrenombre de «Iron Horse» [Caballo de hierro]. Ayudó a los Yankees de Nueva York a ganar la Serie Mundial seis veces.
Pero en la temporada de 1938, comenzó a ir más lento. En lugar de batear jonrones, bateaba carreras. Incluso cuando su bate conectaba perfectamente con una pelota, la pelota apenas salía del diamante.
Los médicos dijeron que tenía esclerosis lateral amiotrófica, la enfermedad que hoy conocemos como enfermedad de Lou Gehrig. Es indolora, no contagiosa y horrible: se destruyen las funciones motoras del sistema nervioso central pero la mente permanece perfectamente consciente hasta el final.
El 4 de julio de 1939, el estadio Yankee estaba repleto de fans para un Día Especial de Aprecio a Lou Gehrig. Luego de recibir muchos regalos y trofeos, dio el discurso más famoso de la historia del béisbol.
«Queridos fans: En las últimas dos semanas estuve leyendo sobre la mala racha que tuve. Pero hoy me considero el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra». Mencionó a los hombres y mujeres que estaba agradecido de tener en su vida. Al final, los 61,808 espectadores se pusieron de pie y aplaudieron por dos minutos.
Lou mostró una actitud agradecida. A la gente le gustaba eso de él. De hecho, está probado científicamente que los que expresan gratitud tienen más amigos. También tienen mejor salud mental, se sienten mejor consigo mismos y hasta duermen más profundo.
Dedica un momento ahora para mencionar una cosa por la que estés agradecido. ¿No te hace sentir mejor la gratitud? Cuanto más tiempo dediques a reflexionar en las bendiciones de tu vida, más cerca estarás de sentirte como «la persona más afortunada sobre la faz de la tierra». Kim