Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y dijo: Ahora vete, y cuando tenga oportunidad, te llamare. Hechos 24:25
Una de las reglas más importantes que afectan la naturaleza física y que repercute en la salud integral de la persona se refiere a la temperancia. La palabra temperancia viene del latín temperancia, que significa ‘templanza’ o ‘moderación’ y una de las definiciones más ajustadas de este concepto dice que la temperancia consiste en abstenerse de todo lo perjudicial y usar con prudencia lo que es saludable (Patriarcas y Profetas, cap. 54, p. 545. En cierto sentido, se puede equiparar la temperancia con el dominio propio, y este concepto es aplicable a todos los aspectos de la vida: comer, beber, dormir, vestir, trabajar, etcétera. En cada uno de estos ámbitos, el mayor riesgo no se encuentra en la escasez, sino en la abundancia, pues la intemperancia ‑la falta de moderación y dominio propio‑ está estrechamente ligada a la decadencia moral del ser humano.
Marco Antonio Félix, procurador romano de Judea y Samaria entre los años 52 y 60 d.C., se había criado en un ambiente caracterizado por los excesos y la corrupción. De hecho, la antigua Roma fue famosa por sus desenfrenos en el comer, el beber y la sexualidad. El historiador romano Tácito dice que Félix, bajo la influencia de ese ambiente, practicó toda clase de lujuria y maldad. Y en Hechos 24, se muestra al apóstol Pablo ante el tribunal de Félix, disertando acerca del dominio propio. No es extraño que, ante un mensaje de esa naturaleza, el administrador romano se atemorizara; y aunque no había hallado falta alguna en el acusado, todavía esperaba recibir algún soborno antes de dejarlo en libertad. De esa manera, es posible notar lo difícil que resulta para una persona cuyo dominio propio se encuentra debilitado, tomar decisiones correctas para cada situación.
A semejanza de Félix, muchos en nuestra sociedad estamos expuestos constantemente a los excesos. Para cada uno de nosotros se dirige un mensaje de exhortación, amonestación y esperanza. Nuestro Redentor, que conoce la fuerza de las tentaciones, se compadece de nuestras debilidades y está pronto para darnos el dominio propio que necesitamos. «Porque no nos ha dado Dios espíritude cobardía, sino de poder, de amor y de dominio» (2 Timoteo 1:7).
Cuando Félix escuchó hablar acerca del dominio propio, se espantó. A ti, querido lector, te animamos a ejercitar el dominio propio, «pues fiel es Dios, que no [nos] dejará ser probados más de lo que [podamos] resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, paraque [podamos] soportarla» (1 Corintios 10:13).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez