Salid de las ciudades tan pronto como sea posible, y adquirid una porción de tierra donde podáis tener un huerto, donde vuestros hijos puedan ver crecer las flores y aprender de ellas lecciones de sencillez y pureza.—Mensajes Selectos 2:409 (1903). Mi mensaje en este tiempo es: Salid de las ciudades. Tened la seguridad de que la instrucción para nuestro pueblo es de radicarse a kilómetros de distancia de las grandes ciudades. Una mirada al San Francisco de hoy hablaría a vuestras mentes inteligentes, mostrándoos la necesidad de salir de las ciudades. El Señor llama a su pueblo a establecerse lejos de las ciudades, porque en una hora como la que no pensamos, lloverán del cielo fuego y azufre sobre ellas. Su castigo será proporcional a sus pecados. Cuando una ciudad es destruida, que nuestro pueblo no considere este asunto como algo sin importancia, ni piense que pueden edificarse casas en esa misma ciudad, si se les ofrece una oportunidad favorable.
Todos los que quieran comprender el significado de estas cosas, lean el capítulo 11 de Apocalipsis. Lean cada versículo, y entérense de las cosas que aún van a ocurrir en las ciudades. Lean también las escenas descritas en el capítulo 18 del mismo libro.—Manuscript Releases, 1518 (10 de mayo de 1906). Los padres y las madres que poseen un pedazo de tierra y un hogar cómodo son reyes y reinas.—El hogar adventista, 125 (1894).