¡Es muy divertido! ¿Sabes de dónde sale el agua de los charcos?
¡De la lluvia!
A veces parece que cuando llueve, el día está feo y triste, y no puedes salir a jugar. Pero si no lloviera, no habría charcos.
No solo eso, tampoco se regaría la tierra, ni crecerían las plantas, ni tendríamos agua para beber. Por eso, la lluvia no solo es una aventura, también es una necesidad.
¿Y yo?
Jesús es tan bueno que hace que llueva para que tengamos agua. Usa solo la que necesites, para que no se desperdicie.
Mi oración para hoy
Muchas gracias, Jesús, por la lluvia.
En la Biblia leemos:
“Serás como un jardín bien regado, como un manantial al que no le falta el agua” (Isaías 58: 11)