Es fácil que nuestros hábitos alimenticios (alimentación/lectura), así como los relacionados a la respiración (aire/oración) se conviertan en algo rutinario. A veces dichos hábitos son tan comunes que ni siquiera nos damos cuenta de que los practicamos. Si continuamos comiendo y respirando sin hacer ejercicio, existe el peligro de que tengamos sobrepeso. No hay nada como el ejercicio para estimular el hambre, quemar el exceso de calorías e introducir una nueva dosis de oxígeno en el torrente sanguíneo.
Espiritualmente hablando, la acción de testificar es la que nos hace estar en forma; es como hacer ejercicio para la salud física. Si bien las consecuencias de la falta de aire o de alimentos se experimentan relativamente rápido, las de la falta de ejercicio podrían no manifestarse en el organismo hasta mucho más tarde. Del mismo modo, muchos cristianos viven una vida de lectura y estudio de la Biblia acompañada de oración, pero sin sentir la necesidad inmediata de dar un testimonio de Cristo. En ausencia del evangelismo, el cuerpo aunque adecuadamente alimentado con nutrientes y oxígeno, no tendrá la oportunidad de «quemar» cualquier exceso. Como resultado, lo obtenido será una ganancia de poco provecho.
Al final, muchos cristianos mueren espiritualmente sin darse cuenta, debido a la falta de testificación. Se vuelven lentos, aburridos, desmotivados, deprimidos y obesos espiritualmente, lo que resulta en otros problemas de tipo psicológico. Aparece la apatía espiritual, e incluso la simple idea de estudiar más la Biblia o de orar más se les vuelve repulsiva.
De la misma forma en que el cuerpo necesita hacer ejercicio con frecuencia, nuestras vidas espirituales deben ejercer lo que hemos aprendido y experimentado a través del testimonio en nuestras comunidades. Esto no es algo opcional; es la clave para mantener el gusto por el estudio de la Biblia y la oración, volviéndonos así más saludables espiritualmente. Para los que están en forma, el ejercicio físico (la testificación) indicado es duro y pesado; pero para los novatos, el ejercicio físico (la testificación) debe ser una experiencia más suave y positiva. Otros están llama dos a predicar a millones y a invitar a la gente al bautismo. Otros han sido llamados a reunirse con sus hermanos para ofrecer respuestas a sus preguntas respecto a la vida. Cualquiera que sea el método, estamos llamados a ejercitarnos en alg tipo de servicio: «La fuerza para resistir al mal se obtiene mejor mediante el servicio agresivo» (Los hechos de los apóstoles, cap. 11, p. 82).
Los discípulos extrovertidos tanto como los introvertidos están llamados por igual a testificar en favor de Jesús. La testificación no es un talento sino un requisito. Sin importar nuestros antecedentes, el discipulado implica los mismos tres principios: el estudio de la Biblia, la oración y testificar. Reorganizados e implementados en forma práctica durante la semana, estos tres principios pueden reformularse como los «Ocho hábitos de poder del Discipulado»:
Oración personal diaria (oración).
Lectura personal diaria de la Biblia (estudio de la Biblia).
Adoración familiar matutina y vespertina (oración y estudio de la Biblia).
Asistencia semanal a la Escuela Sabática (oración, estudio de la Biblia y testificación).
Asistencia semanal a la iglesia (oración y estudio bíblico).
Reunión de oración o estudio bíblico grupal (oración y estudio de la Biblia).
testificación personal regular (testificar).
Participación regular en los ministerios de la iglesia (testificar).
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020. 3er trimestre 2020 “Las Bases Del Discipulado” Lección 5: «EL PODER DEL DISCIPULADO: LA TESTIFICACION« Colaboradores: Hidai Juarez S & Misael Morillo