«Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal. Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra» (Sal. 37:8, 9).
El Taco Bell de Pittsfield, Massachusetts, está abierto hasta la una de la madrugada, pero Derrick no consideraba que eso fuese muy tarde. Llegó a la tienda a la 1:30, con un profundo deseo de comer comida mexicana. Se detuvo al lado de la casilla de pedidos y esperó escuchar un alegre «¿Cómo puedo ayudarlo?».
Como nadie se ofreció a atenderlo, presionó la bocina. Derrick continuó tocando la bocina por dos largos minutos, hasta que un empleado que estaba cerrando el restaurante salió a ver cuál era el problema. «¿Cómo puedo ayudarlo?», preguntó sin mucha alegría, y pasó a informarle a Derrick de que ya habían cerrado.
No sé por qué a Derrick le resultó tan difícil aceptar que esa noche no iba a comer quesadillas, pero se enfureció. Apretó el acelerador con fuerza. El auto salió disparado, cruzando el estacionamiento a toda velocidad. Lamentablemente, Derrick le erró a la salida. Su auto negro chocó contra el bordillo de la acera, salió volando sobre una fila de autos estacionados y terminó chocando contra uno de esos pequeños edificios que tienen un cajero automático.
Los empleados de Taco Bell salieron corriendo para sacar del auto a un inconsciente Derrick. Según el periódico, Derrick le dijo a la policía que no recordaba haber chocado contra el edificio. Lo que probablemente sí recuerda es haber pasado el resto de la noche en la comisaría.
Las cosas podrían haber terminado mejor para Derrick y su auto nuevo si hubiera sido paciente con los empleados de Taco Bell en lugar de enojarse. Cuando explotó su mal genio, él fue el único que terminó quemado. ¿Qué tal te llevas tú con tu mal genio? ¿Eres capaz de refrenarlo, como dice la Biblia, de abandonar la ira y la irritación pues conducen al mal? Si te cuesta, recuerda que puedes pedir ayuda a Dios para ir mejorando en este apartado cada día más. Kim