Cuando Nicole, Diego y Sebastián van a casa de sus abuelitos, que viven en el campo, corren a la huerta.
Les encanta ver las zanahorias, los tomates y los manzanos que crecen allí. A veces, el abuelo los invita a sembrar.
Entonces, con una azadita, abren un agujero en la tierra y colocan allí las semillas. Después, las tapan con la tierra de nuevo.
En los días siguientes, las riegan con un poco de agua.
Cuando pasa un corto tiempo, ya se pueden ver las hojjtas saliendo. Más tarde, es posible recolectar las hortalizas, las verduras y las frutas con las que la abuelita hace la comida. ¡Qué delicia!
¿Y yo?
Cultivar la tierra es ver un milagro. ¡Haz la prueba!
Mi oración para hoy
Muchas gracias, Jesús, por la tierra que nos da el alimento.
En la Biblia leemos:
«Y es que la tierra produce por sí misma: primero el tallo, luego la espiga y más tarde los granos que llenan la espiga» (Marcos 4: 28).