El rey Salomón era tan rico que mandó hacer armaduras y espadas de oro para sus soldados. Su trono era enorme, construido en marfil y cubierto de oro. Sus copas y vasos también eran de oro. Tenía muchísimos carruajes.
Tenía todo lo que quería. Pero un día, sucedió algo triste. Durante un tiempo él estuvo pensando solamente en sus riquezas y se olvidó de Dios.
Afortunadamente, más tarde, reconoció su error.
¿Y yo?
¿Tú también le das demasiado valor a tus juguetes?
Mi oración para hoy
Querido Jesús, ayúdame a no olvidarme nunca de ti. Quiero que tú seas lo más valioso para mí.
En la Biblia leemos:
«El rey Salomón superaba a todos los reyes de la tierra en riqueza sabiduría» (1 Reyes 10: 23).