LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Marcos 5:15–20; 16:1–11; Hechos 4:1–20; 1 Juan 1:1–3; Gálatas 2:20; Hechos 26:1–32.
PARA MEMORIZAR: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 4:20).
Hay un poder inusual en el testimonio personal. Cuando nuestros corazones se calientan por el amor de Cristo y somos cambiados por su gracia, tenemos algo importante que decir sobre él. Una cosa es compartir lo que Jesús ha hecho por otra persona. Otra muy distinta es compartir personalmente lo que ha hecho por nosotros. Es difícil argumentar en contra de la experiencia personal. La gente puede debatir su teología o su interpretación de un texto, o incluso burlarse de la religión en general. Pero cuando un individuo puede decir: “Una vez estuve sin esperanza, pero ahora tengo esperanza; estaba lleno de culpa, pero ahora tengo paz; no tenía un propósito, pero ahora tengo un propósito”, incluso los escépticos se ven afectados por el poder del evangelio. Aunque algunas personas pueden experimentar conversiones repentinas y dramáticas, como la del apóstol Pablo en camino a Damasco, la conversión ocurre con mayor frecuencia a medida que una persona reconoce cada vez más la preciosidad de Jesús, un profundo aprecio por su asombrosa gracia y un supremo sentido de gratitud por la salvación que ofrece libremente. Es este testigo el que el mundo necesita y anhela desesperadamente
Lección de Escuela Sabática Para Adultos 2020. 3er. trimestre 2020 “HACER AMIGOS PARA DIOS” Lección 2 «EL PODER DEL TESTIMONIO PERSONAL« Colaboradores: Eunice Castañón & Guadalupe Cortez