LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 12:7–9; Efesios 6:12; Hebreos 7:25; Efesios 1:15–21; Daniel 10:10–14; 1 Juan 5:14–16.
PARA MEMORIZAR: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Sant. 5:16).
Los miembros de la iglesia del Nuevo Testamento sentían su necesidad de orar. “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hech. 4:31). Nota: los discípulos oraron. Fueron llenos del Espíritu Santo, y luego hablaron la Palabra de Dios con denuedo y confianza. Hubo una relación directa entre sus oraciones, el derramamiento del Espíritu Santo y la proclamación poderosa de la Palabra de Dios. “Los discípulos […] no pedían una bendición simplemente para sí. Estaban abrumados por la preocupación de salvar almas. Comprendían que el evangelio había de proclamarse al mundo, y demandaban el poder que Cristo había prometido” (HAp 30, 31). Cuando buscamos a Dios e intercedemos por los demás, Dios obra en nuestros propios corazones para acercarnos a él y nos da la sabiduría divina con el fin de alcanzarlos para su Reino (Sant. 1:5). Él también trabaja poderosamente en su vida para atraerlos a él (1 Juan 5:14-17).
Lección de Escuela Sabática Para Adultos 2020. 3er. trimestre 2020 “HACER AMIGOS PARA DIOS” Lección 4 «EL PODER DE LA ORACIÓN:
INTERCEDER POR OTROS« Colaboradores: Eunice Castañón & Guadalupe Cortez