«Esta será la señal de que pertenecemos a la verdad y podemos sentirnos seguros en presencia de Dios: que, si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. Pero si la conciencia no nos acusa, queridos, crece nuestra confianza en Dios y él nos concederá todo lo que le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos cuánto le agrada». 1 Juan 3: 19-22, LPH
ES POSIBLE QUE UN PADRE se aleje de su hijo hambriento, pero Dios no podrá nunca rechazar el clamor del corazón menesteroso y anhelante. ¡Con qué ternura maravillosa describió su amor! A los que en días de tinieblas sientan que Dios no cuida de ellos, este es el mensaje del corazón del Padre: «Pero Sion dijo: «El Señor me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí». «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palmas de mis manos»» (Isa. 49: 14-16, NVI).
Toda promesa de la Palabra de Dios viene a ser un motivo de plegaria, pues su cumplimiento nos ha sido garantizado por la palabra empeñada por el Señor. Tenemos el privilegio de pedir por medio de Jesús cualquier bendición espiritual que necesitemos. Podemos decir al Señor exactamente lo que necesitamos, con la sencillez de un niño. Podemos exponerle nuestros asuntos temporales, y suplicarle pan y vestido, así como el pan de vida y el manto de la justicia de Cristo. Nuestro Padre celestial sabe que necesitamos todas estas cosas, y nos invita a pedírselas (Mat. 6: 8, 25-33). En el nombre de Jesús es como se recibe todo favor. Dios honrará ese nombre y suplirá nuestras necesidades con las riquezas de su liberalidad.
No olvidemos, sin embargo, que al acercamos a Dios como a un Padre, reconocemos nuestra relación con él como hijos. No solamente confiamos en su bondad, sino que nos sometemos a su voluntad en todos los aspectos, sabiendo que su amor es invariable.— El discurso maestro de Jesucristo, cap. 6, pp. 201-202.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «Para FAMILIARIZÁNDONOS CON LO ORDENADO POR DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez