«Jesús […] se fue al Monte de los Olivos; y los discípulos lo siguieron. Al llegar al lugar, les dijo: «Oren, para que no caigan en tentación»». «Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí, y permanezcan despiertos conmigo». En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y oró diciendo: «Padre mío, si es posible, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú»». Lucas 22: 39-40, DHH; Mateo 26: 38-39, DHH
TANTO EN EL CULTO PÚBLICO como en el privado, es privilegio nuestro doblar las rodillas ante el Señor cuando le ofrecemos nuestras peticiones. Jesús, nuestro modelo, «puesto de rodillas oró». De sus discípulos está registrado que también oraban puestos de rodillas. Pablo declaró: «Doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo». Al confesar ante Dios los pecados de Israel, Esdras estaba de rodillas. Daniel «se arrodillaba tres veces al día, oraba y daba gracias delante de su Dios» (Luc. 22: 41; Hech. 9: 40; 20: 36; 21: 5; Efe. 3: 14; Esd. 9: 5; Dan. 6: 10).
La verdadera reverencia hacia Dios es inspirada por un sentimiento de su grandeza infinita y de su presencia, y cada corazón debe quedar profundamente impresionado por este sentimiento de lo invisible. La hora y el lugar de oración son sagrados, porque Dios está allí; y al manifestarse la reverencia en la actitud y conducta, se ahondará el sentimiento que inspira. «El nombre del Señor es santo y temible» (Sal. 111: 9, RVC), declara el Salmista. Los ángeles ocultan su rostro cuando pronuncian su nombre. ¡Con qué reverencia, pues, deberíamos nosotros, que somos caídos y pecaminosos, tomarlo en los labios!
Sería bueno que jóvenes y mayores meditasen en esas palabras de la Escritura que demuestran cómo debe ser considerado el lugar señalado por la presencia especial de Dios.— Obreros evangélicos, cap. 35, p. 187.
El lenguaje grandilocuente no es apropiado en la oración, ya sea la petición hecha en el púlpito, en el círculo de la familia o en privado. Especialmente el que ora en público debe emplear un lenguaje sencillo, a fin de que otros puedan entender lo que dice y unirse a la petición.— lbíd. , p. 186.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «Para FAMILIARIZÁNDONOS CON LO ORDENADO POR DIOS» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez