La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez no haya éxtasis de los sentimientos, pero debe haber una confianza continua y apacible. Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo. Tu debilidad está unida a su fuerza, tu ignorancia a su sabiduría, tu fragilidad a su eterno poder. Así que no has de mirar a ti mismo ni depender de ti, sino mirar a Cristo. Piensa en su amor, en la belleza y perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor: tal es el tema que debe contemplar el alma. Amándole, imitándole, dependiendo enteramente de Él, es como serás transformado a su semejanza.
El Señor dice: «Permaneced en mí». Estas palabras expresan una idea de descanso, estabilidad, confianza. También nos invita: «¡Venid a mí… y os daré descanso!» Mateo 11:28. Las palabras del salmista hacen resaltar el mismo pensamiento: «Confía calladamente en Jehová, y espérale con paciencia». E Isaías asegura que «en quietud y en confianza será vuestra fortaleza». Salmos 37:7; Isaías 30:15. Este descanso no se obtiene en la inactividad; porque en la invitación del Salvador la promesa de descanso va unida con un llamamiento a trabajar: «Tomad mi yugo sobre vosotros, y… hallaréis descanso». Mateo 11:29. El corazón que más plenamente descansa en Cristo es el más ardiente y activo en el trabajo para él. ‑El camino a Cristo, pp. 70, 71.
Frecuentemente, cuando teníamos que vernos en situaciones de apremio, pasábamos toda la noche en oracion ferviente y agonizante, con lágrimas, en busca de la ayuda de Dios y de luz que resplandeciera sobre su Palabra. Cuando llegaba la luz y las nubes habían sido rechazadas, ¡qué gozo y qué felicidad agradecida descansaba sobre los ansiosos y fervientes investigadores! Nuestra gratitud a Dios era tan completa como había sido nuestro ferviente y anhelante clamor por luz. Algunas noches no podíamos dormir porque nuestros corazones estaban desbordando de amor y gratitud a Dios. ‑Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 358, 359.
En una vida dedicada por completo a hacer bien a los demás, el Salvador creía necesario dejar a veces su incesante actividad y el contacto con las necesidades humanas, para buscar retiro y comunión no interrumpida con su Padre. Al marcharse la muchedumbre que le había seguido, se fue él al monte, y allí, a solas con Dios, derramó su alma en oración por aquellos dolientes, pecaminosos y necesitados.
Al decir Jesús a sus discípulos que la mies era mucha y pocos los obreros, no insistió en que trabajaran sin descanso, sino que les mandó: «Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies» Mateo 9:38. Y hoy también el Señor dice a sus obreros fatigados lo que dijera a sus primeros discípulos: «Venid vosotros aparte y reposad un poco». ‑El ministerio de curación, p. 36.
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
2do. trimestre 2020 “COMO INTERPRETAR LA BIBLIA”
Lección 13: «CÓMO VIVIR DE ACUERDO CON LA PALABRA DE DIOS»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez