Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. LUCAS 2: 43
Cuenta una leyenda que una mujer muy pobre, con un niño en brazos, pasó delante de una caverna y escuchó una voz misteriosa que, desde el interior, le dijo: «Entra y toma todo lo que desees, pero acuérdate de lo principal. Recuerda que solo tienes tres minutos. Una vez que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Aprovecha la oportunidad que te doy, pero acuérdate de lo principal».
La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y las joyas, puso al niño en el suelo y empezó a juntar ansiosamente todo lo que podía en su delantal. Agotados los tres minutos la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió fuera de la caverna y la puerta se cerró. Cuando recordó que el niño había quedado dentro, la puerta era ya definitivamente infranqueable. Sí, es una leyenda. Pero, !cuántas lecciones puede enseñarnos! La riqueza le duró poco a aquella mujer, pero la desesperación fue para siempre.
Es muy fácil perder la escala de valores y confundir lo importante con lo primordial. Muchas veces se puede caer en el error de invertir la lista de prioridades y, como resultado, olvidar lo que es de más valor. Ese fue el grave error que cometieron los padres de Jesús. La fiesta de Pascua había concluido; el viaje de regreso se había iniciado. Había cosas que empaquetar, alimentos que comprar, conocidos de quien despedirse, amigos con quien conversar. Era, en fin, mucho lo que había que hacer. José y María recordaron todo lo importante en su viaje de regreso, sin embargo olvidaron lo principal. Olvidaron a su Hijo, el Hijo de Dios. Es una de las anécdotas más extrañas de la Biblia. Deberíamos estudiar con más cuidado las lecciones que Dios quiere que aprendamos de esa experiencia.
¿Te lo imaginas? La satisfacción de tener todo lo necesario para el viaje de regreso y el gozo de charlar durante varias horas con sus amigos y conocidos absorbieron su atención a tal punto que no advirtieron que lo más importante, y lo más precioso, no estaba con ellos. «Si José y María hubiesen fortalecido su ánimo en Dios por la meditación y la oración […] no habrían perdido de vista a Jesús. Por la negligencia de un día perdieron de vista al Salvador; pero el hallarle les costó tres días de ansiosa búsqueda » (El Deseado de todas las gentes, p. 62).
¿Cómo está tu lista de prioridades? ¿Está primero lo Primero en tu vida? ¿Hay espacio para pasar tiempo con Dios y escuchar su voz? Recuerda, no olvides lo principal.
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020 «Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios» Por: Juan O Perla Colaboradores: Augusto Palacios & Silvia Garcia