Dios brinda oportunidades diariamente para que las personas, en todas partes, lo conozcan. Él obra en los corazones a través de su Espíritu Santo. Se revela en la belleza y la complejidad del mundo natural. La inmensidad, el orden y la simetría del Universo hablan de un Dios eterno con sabiduría ilimitada y poder infinito. Él dispone circunstancias o providencias en nuestra vida para atraernos a él. Aunque Dios se revela a través de las impresiones de su Espíritu, las glorias de la naturaleza y los actos de providencia, la revelación más clara de su amor se encuentra en la vida y el ministerio de Jesucristo. Cuando compartimos a Jesús con otros, les brindamos la mejor oportunidad para ser salvos.
Lee Lucas 19:10 y compáralo con Santiago 5:19 y 20. ¿Qué enseña el Evangelio de Lucas sobre el propósito de Cristo al venir a la Tierra? ¿Cómo cooperamos con Cristo en su obra de salvar a los perdidos?
Según Santiago, “el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Sant. 5:20). El libro de Romanos amplía este pensamiento. En Romanos 1 y 2, tanto los gentiles que han visto la revelación de Dios en la naturaleza como los judíos que han recibido la revelación profética de Dios en las Escrituras están perdidos sin Cristo. En Romanos 3 al 5, el apóstol revela que la salvación viene por gracia solo a través de la fe. En Romanos 6 al 8, describe cómo la gracia que justifica a cada creyente también es la gracia santificadora. En Romanos 10, declara que “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Rom. 10:13), y luego señala que nadie puede invocar si no ha creído, y nadie puede creer si no ha oído, y nadie puede oír a menos que alguien les hable. Somos los eslabones de Dios en el plan de salvación para alcanzar a las personas perdidas con la gloria del evangelio. No testificamos para dar a las personas la única oportunidad de ser salvados; testificamos para darles la mejor oportunidad.
¿Cuál es nuestro papel en el plan de Dios de redimir a la raza humana? Piensa también en esto: ¿cuántas personas han escuchado el evangelio de tus propios labios?