LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Santiago 5:19, 20; Lucas 15:6; Sofonías 3:17; Juan 7:37, 38; 1 Timoteo 2:3, 4; 2 Corintios 5:14, 15.
PARA MEMORIZAR: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3, 4).
El gran anhelo de Dios es que todas las personas en todas partes respondan a su amor, acepten su gracia, sean transformadas por su Espíritu y sean salvas en su Reino. No tiene mayor deseo que nuestra salvación. Su amor no tiene límites. Su misericordia no tiene medida. Su compasión es eterna. Su perdón es inagotable. Su poder es infinito. A diferencia de los dioses paganos, que exigían sacrificios, nuestro Dios ha hecho el sacrificio supremo. No importa cuánto deseemos ser salvos, Dios anhela salvarnos más. “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3, 4). El anhelo de su corazón es por tu salvación y la mía. Testificar se trata de Jesús. Se trata de lo que ha hecho para salvarnos, de cómo ha cambiado nuestra vida y de las maravillosas verdades de su Palabra, que nos dicen quién es él y la belleza de su carácter. ¿Por qué testificar? Cuando entendemos quién es él y hemos experimentado las maravillas de su gracia y el poder de su amor, no podemos estar en silencio. ¿Por qué testificar? Mientras participamos con él, entramos en su gozo de ver personas redimidas por su gracia y transformadas por su amor.