Les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. Romanos. 12:1.
Aquella familia estaba siendo terriblemente azotada. Primero, el abuelo materno, que había prometido a sus dos nietos dejarles su casa como herencia, repentinamente, después de haber vivido muchos años juntos, los echó a la calle con todas sus pertenencias. Sencillamente, así lo decidió; no había nada que hacer más que aceptar la realidad. Al anochecer, cabizbajos y abatidos, los dos jóvenes fueron a buscar refugio a un centro policial. Y ese fue solo el comienzo de la prueba.
Poco tiempo después, a su madre le diagnosticaron cáncer. La quimioterapia hizo estragos en su cuerpo, pero no en su personalidad: el amor a Dios seguía siendo para ella tan real como siempre, y eso le daba fuerzas para seguir adelante. Simplemente se ponía un pañuelo en la cabeza y partía con su familia, caminando varios kilómetros cada noche, para, llegar a los cultos de la iglesia. Nunca dejó de alabar a Dios.
Allí se la podía ver, sentada en su lugar, con el oxígeno al lado. Hasta en sus días más cercanos a la muerte, alzaba la voz junto a la de su familia en una alabanza que resonaba en aquella gran congregación. Cuando ya no pudo con aquellas largas caminatas hacia el templo, sus hijos y su esposo se turnaban: mientras unos la cuidaban, los demás iban caminando a adorar a Dios. Sus vidas eran auténticas ofrendas al Señor; vivían para él, con un incansable espíritu de gratitud. Le ofrecían ese tipo de ofrenda que es tan agradable para él.
¿Es tu vida una ofrenda al Señor? Ofrendar a Dios es nuestro modo de mostrarle nuestra gratitud y dedicación a él. No logramos el perdón de los pecados por medio de nuestras ofrendas, esto solo se logra por medio de Cristo; ofrendar tampoco nos hace perfectas en ningún sentido, solo Cristo nos podrá hacer perfectas cuando venga a buscarnos y nos transforme radicalmente. Entonces, te preguntarás, ¿qué es exactamente ofrendar al Señor? Es mostrarle nuestro agradecimiento por todo lo que hace en nuestras vidas, sean cuales sean las circunstancias que nos acompañen. Y esto se logra dedicándole todo lo que somos.
«Habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios» (1 Cor. 6:20, RV95).