Jacob tenía doce hijos, pero quería mucho a José, por eso le hizo una túnica especial. Sus hermanos se llenaron de envidia. Lo peor vino cuando José les contó su sueño: «Yo estaba en el campo juntando espigas y mi manojo se mantenía en pie, mientras que los manojos de ustedes se inclinaban delante del mío».
—¿Quieres decir que tú vas a mandar sobre nosotros?
—le preguntaron sus hermanos muy enojados.
Después de un tiempo, José les contó otro sueño, que los irritó todavía más: «Vi al sol, a la una y a once estrellas postradas ante mí».
¿Y yo?
La envidia no nos deja pensar ni actuar correctamente.
Mi oración para hoy
Líbrame, Señor, de tener envidia de otros.
En la Biblia leemos:
«La envidia corroe hasta los huesos» (Proverbios 14: 30).