«El mal mensajero trae consigo desgracias; el mensajero fiel trae consigo el remedio» (Proverbios 13: 17).
A lo largo de mi vida pastoral he recibido todo tipo de materiales que lanzan virulentos ataques en contra de los líderes del pueblo de Dios, pretendiendo fundamentarse en los escritos de Elena G. de White. Pero hoy, gracias al desarrollo tecnológico e Internet, este tipo de diatribas se han multiplicado y se han vuelto aún más bravuconas. Las acusaciones son muy variadas, van desde las más ingeniosas hasta las más grotescas. Pero en muchos de esos análisis se observa una marcada manipulación de las fuentes aludidas, sazonada con ingredientes como el resentimiento y el espíritu de desunión. Esto destruye la seriedad de los argumentos y deviene en encolerizados ataques que acarrean oprobio a la iglesia.
Esto no es nuevo. La propia Elena G. de White advirtió respecto al mal uso que algunas personas daban a sus escritos: «Sin mi consentimiento, han tomado extractos de los Testimonios, y los han insertado en el folleto que han publicado, para hacer aparecer que mis escritos sostienen y aprueban la posición que ellos defienden. Al hacer esto han realizado algo que no es justicia ni rectitud. Al tomarse libertades injustificables han presentado al pueblo una teoría que es de carácter engañoso y destructivo. En tiempos pasados, muchos otros han hecho esto mismo, haciendo parecer que los Testimonios sostenían posiciones insostenibles y falsas. […] El Señor ha dado a su pueblo mensajes oportunos de advertencia, reprensión, consejo e instrucción, pero no es apropiado sacar estos mensajes de su contexto para colocarlos donde parecerán dar fuerza a mensajes de error» (Testimonios para los ministros, págs. 32, 36).
Los jóvenes son uno de los sectores de la iglesia más susceptibles a este tipo de engaños. Su intenso deseo de cambio, innovación y apertura los convierte en blanco favorito de los falsos mensajeros, quienes aprovechan tales circunstancias para presentarse como audaces defensores de la fe. Por eso, es muy importante estudiar con mucha atención las Escrituras.
Las calumnias, las descalificaciones y los agravios no son un método aceptable para un genuino mensajero del cielo. Quienes utilizan tales artilugios solo revelan su profunda animadversión hacia otros, tal como dice Salomón: «El de labios mentirosos encubre el odio» (Proverbios 10: 18, NVI). En tales mensajes no hay edificación de la iglesia ni crecimiento espiritual, sino contienda, polémica y división del pueblo de Dios.
Este día pídele al Señor escuchar su voz nítidamente.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Jóvenes 2020
«Una Nueva Versión de Ti»
Por: Alejandro Medina Villarreal
Colaboradores: Israel Esparza & Ulice Rodriguez