Dios ha señalado medios,si nosotros los usamos con diligencia y con oración, para que ningún bajel naufrague, sino que capee la tempestad, y ancle finalmente en el cielo de bendición. Pero si despreciamos y descuidamos este equipo y este privilegio, Dios no obrará un milagro para salvar a ninguno de nosotros, y estaremos perdidos como lo estuvieron Judas y Satanás.
No penséis que Dios obrará un milagro para salvar aquellas almas débiles que albergan el mal, que practican el pecado; o que algún elemento sobrenatural será traído a vuestra vida, elevándola del ámbito del yo a una esfera más alta, donde la tarea será comparativamente fácil, y no requerirá esfuerzo especial, ninguna lucha especial, ni una crucifixión del yo; porque todos los que se demoran en el campo de Satanás esperando que esto se haga, perecerán con los obradores del mal. Serán repentinamente destruidos, y eso sin [154] remedio.—Testimonios para los Ministros, 460, 461.