«DIOS ES AMOR’ ESTÁ ESCRITO EN CADA CAPULLO DE FLOR QUE SE ABRE EN CADA TALLO DE LA NACIENTE HIERBA. […] TODOS ATESTIGUAN EL TIERNO Y PATERNAL CUIDADO DE NUESTRO DIOS Y SU DESEO DE HACER FELICES A SUS HIJOS». ELENA G. DE WHITE
«¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un pescado, le dará en cambio una serpiente? […] Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!» (Luc. 11:11-13).
Los muchachos habían estado orando para que dejara de llover. Querían disfrutar de su partido de béisbol de las Pequeñas Ligas. Y así fue, Sin embargo, el campo de juego estaba encharcado. El diamante estaba cubierto de charcos y el jardín estaba empapado como una esponja.
—Vamos a cancelar este partido -dijo uno de los padres.
Los jugadores quedaron de hombros caídos. Llevaban mucho tiempo anhelando jugar aquel partido.
El señor Greening había traído a sus hijos y se sentía mal de llevarlos de vuelta a la casa sin que jugaran. Quizás hay algo que pueda hacer por mis muchachos, pensó. Habló con los entrenadores y caminó en dirección al equipo.
-Quédense aquí -les dijo-. Quizá todavía podamos jugar este partido.
El señor Greening partió con su camioneta. Sus hijos se miraron entre sí y esperaron para ver qué sucedería. Pasaron diez minutos. Luego, veinte. Treinta. Pasó una hora y todos estaban esperando cuando escucharon el sonido de un helicóptero. Un gran Huey UH-I verde estaba descendiendo sobre el campo. Los padres y los chicos se resguardaron rápidamente detrás de las vallas de pelota nula. Era el señor Greening. Había ido hasta la base del ejército donde trabajaba para llevar a cabo su idea: secar el campo con las enormes hélices de su helicóptero.
El señor Greening sobrevoló a algunos metros sobre el diamante; las aspas del rotor, de 15 metros, crearon una ráfaga de aire enorme hasta que los charcos de agua desaparecieron.
La gente del pueblo todavía habla de lo que el señor Greening hizo ese día por sus hijos y por el resto de los jugadores. Si intentaras elogiarlo por eso, probablemente él te diría que hizo lo que cualquier padre hubiera hecho en su lugar.
Dios se compara a sí mismo con un padre: «¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?». Dios siempre estará ahí cuando lo necesites, Como el señor Greening, aparecerá de la manera más inesperada. Kim