Jesús les contestó: «No es necesario que se vayan; denles ustedes de comer». Mateo 14:16.
¿Alguna vez te ha pasado que has tenido que dar de comer a un grupo numeroso de personas sin tener al alcance los ingredientes y recursos necesarios para lograrlo? A mí me ha pasado en varias ocasiones, especialmente cuando hemos hecho viajes misioneros a distintos lugares, y siempre sucede lo mismo: una piensa que no va a alcanzar para todos pero, al final, siempre sobra. Me queda claro que Dios interviene; él es el que hace el milagro por medio de sus agentes humanos.
Es interesante que los discípulos de Jesús tuvieron también esta experiencia. La encontramos en Mateo 14:13-21. La multitud, como solía suceder, lo seguía para oírlo hablar, pues él llevaba palabra de vida a sus oídos. En esta ocasión, era una multitud hambrienta la que se había congregado a su alrededor, y Jesús dio la orden a sus discípulos: «Denles de comer». ¿Te imaginas ser tú una de las personas que hubiera recibido esa orden? ¿Te imaginas lo que se habría cruzado por tu cabeza? Pero ¿cómo les vamos a dar de comer si no tenemos nada de nada? Una situación tremendamente difícil, si no fuera por la presencia y la ayuda de Jesús.
Con apenas cinco panes y dos pescados «todos comieron hasta quedar satisfechos; recogieron los pedazos sobrantes, y con ellos llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños» (vers. 20-21). Fue aquel un milagro increíble de Jesús. Y es ese mismo Jesús quien nos ayuda a nosotras en nuestras situaciones aparentemente imposibles.
¿Qué haces tú cuando te ves enfrentada a lo aparentemente imposible? Será que te llenas de fe en Jesús, doblas tus rodillas ante él para pedir su bendición, y pones manos a la obra con los recursos que tengas a tu alcance? ¿O será que te desanimas, haces una crítica dura de la situación que tienes delante y de la falta de medios y organización, y eliges irte a otra parte? Sabes? Hay grandes necesidades a nuestro alrededor, y son pocos los obreros que están dispuestos a hacer el esfuerzo que requiere echar una mano a quien lo necesita. Pero las bendiciones que se encuentran en ese proceso de confiar en Dios para ayudar en momentos difíciles son maravillosas. No te las pierdas.
Consagrarte hoy al Señor para que haga grandes cosas a través de ti.