Si Estamos “arraigados y fundados en amor”, podremos “comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento”.* ¡Oh, qué preciosas posibilidades y ánimo! En el corazón humano purificado de toda impureza moral reside el precioso Salvador, ennobleciendo y santificando la naturaleza entera, y convirtiendo al hombre en un templo del Espíritu Santo. . .