«Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios». Romanos 8: 5-8, NVI
ORIGINALMENTE EL HOMBRE estaba dotado de una capacidad portentosa y de una mentalidad equilibrada; era perfecto y estaba en armonía con Dios; sus pensamientos eran puros, sus propósitos, santos. Sin embargo, por su desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó al amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por sus propias fuerzas, resistir el poder del mal. Satanás lo convirtió en su esclavo, y habría permanecido así para siempre si Dios no hubiera intervenido directamente. El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando nos creó. Así iba a llenar la tierra de sufrimiento y desolación, para luego señalar todo ese mal como resultado de la actuación de Dios al haber creado al hombre y a la mujer.
En su estado de inocencia, la mujer y el hombre gozaban de completa comunión con Aquel «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col. 2: 3). Pero después de su caída no pudieron encontrar gozo en la santidad e intentaron ocultarse de la presencia de Dios. Esa es todavía la condición del corazón que no ha sido regenerado. No está en armonía con Dios ni encuentra gozo en la comunión con él.
El pecador no podría ser feliz en la presencia de Dios; le desagradaría la compañía de los seres santos. Y si pudiera ser admitido en el cielo, no se sentiría allí feliz. El espíritu ‘de amor abnegado que reina en el cielo, donde todo corazón corresponde al corazón del amor infinito, no haría vibrar en su alma cuerda alguna de bondad. Sus pensamientos, sus intereses y móviles serían distintos de los que mueven a los moradores celestiales. Sería una nota discordante en la melodía celestial.— El camino a Cristo, cap. 2, pp. 25-26.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «Para Familiarizarnos con el juicio de Dios» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez