Bendito seas, Dios de Israel! Solo tú haces maravillas. ¡Bendito seas por siempre! Que tu grandeza llene toda la tierra! Que así sea!». Salmo 72: 18, 19, TLA
ALABEMOS AL SEÑOR reconociendo su gran bondad y su poder infinito: «Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos, pueblo suyo somos y ovejas de su prado»
(Salmo 100: 3). Vemos por doquier su amor y sus expresiones de misericordia; en la nieve, la lluvia, la risa de un bebé, el susurro de las corrientes de las aguas y en el silencio de la noche. Si nos detenemos a meditar en Dios y su misericordia, sentiremos sú presencia a nuestro lado.
Moisés subió al monte con las tablas labradas para que Dios volviera a escribir sus Diez Mandamientos. «Descendió Jehová en la nube y permaneció allí junto a él; y él proclamó el nombre de Jehová. Jehová pasó por delante de él y exclamó: «iJehová! jehová! Dios fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad»» (Éxodo 34: 5, 6). No solo hizo pasar delante de Moisés su espalda, sino también toda su bondad. David estaba seguro de la bondad de Dios y dijo: «Hubiera yo desmayado, si no creyera que he de ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes» (Salmo 27: 13).
La gratitud reconoce la soberanía de Dios y glorifica su bondad para con nosotros. Dios espera de sus hijos acciones de agradecimiento y alabanza. «iAlabadlo, bendecid su nombre!, porque Jehová es bueno, para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones» (Salmo 100: 4, 5).
Nuestro Dios es bueno y poderoso, nos colma de favores y perdón cada día. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Sirvamos a Dios con alegría y vayamos ante él con regocijo.
Dar gracias a Dios es la respuesta de un corazón humilde que no olvida y reconoce las bendiciones recibidas. Joel aconseja: «Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová, vuestro Dios; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y se duele del castigo» (Joel 2: 13). Unamos nuestra gratitud y nuestras voces con el salmista diciendo: «¡Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad!» (Salmo 97: 12).
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Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2018
“Fuentes De Vida¨
Por: David Javier Pérez