«»Y el sol se detuvo, y la luna no se movió, hasta que los israelitas se vengaron de sus enemigos». Esto ha quedado registrado así en el libro del Justo. El sol se quedó quieto en medio del cielo, y durante casi un día entero no se ocultó» Josué 10: 13, TLA
JOSUÉ Y EL EJÉRCITO de Israel salieron al campo de batalla para defender al pueblo del ejército del Sur: cinco reyes de los amorreos se enfrentaban al pequeño ejército del pueblo de Dios. En cuanto el sol se ocultara, Israel estaría en desventaja contra sus enemigos debido a su habilidad militar. Sin embargo, Josué sabía que servía a un Dios todopoderoso, un Dios que defendía a sus hijos y que no permitiría que cayeran derrotados y humillados ante sus contrincantes, así que elevó una de las oraciones más atrevidas que jamás se hayan hecho: «Sol, detente en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ajalón» (Josué 10: 12).
El sol que nunca se detiene, se detuvo. Josué oró con una fe increíble y Jehová respondió. Este día está registrado en la historia de la humanidad; un día perdido en la existencia del mundo, un día que por más que buscáramos, jamás podríamos encontrar. La lógica humana no alcanza a comprender que pueda suceder algo así, pero el Señor manifestó su poder. Nada se resiste al control de Dios, ¿lo crees así? Lo que a la ciencia le parece imposible, para la fe es posible. El Señor actúa por medio de la fe de un hombre o una mujer que desde cualquier otra perspectiva serían ordinarios.
«No hubo un día como aquél, ni antes ni después de él, en que Jehová haya obedecido a la voz de un hombre, porque Jehová peleaba por Israel» (Josué IO: 14). «El sol y la luna se detienen en su lugar, a la luz de tus saetas que cruzan, al resplandor de tu refulgente lanza. Con ira pisas la tierra, con furor pisoteas las naciones. Has salido para socorrer a tu pueblo, para socorrer a tu ungido. Has abatido la cabeza de la casa del impío, has descubierto el cimiento hasta la roca» (Habacuc 3: 11-13).
Oremos para que, en los últimos días, el Señor siga mostrando su poder a favor de su pueblo en su redención.