Matinal Para Damas 2018 Para el: 05 agosto
«No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí» (Juan 14:1).
Los días anteriores al 9 de agosto del 2010, puedo decir con toda sinceridad que no me sentí como una cristiana valiente en todo momento. A veces me sentía abatida. Todo comenzó con una mamografía que me hicieron esa primavera. Me pidieron que volviera, ya que el médico había encontrado una masa sospechosa y creía que debía hacerme una biopsia. Había logrado evitar aquella prueba años atrás, cuando los médicos llegaron a la conclusión de que no era necesaria. En ninguna de las ocasiones sentí que tenía el control total. Me apoyé en la guía y el manejo de los médicos, como debía hacer. Sin embargo, tenía claro que debía depositar completamente mi fe en nuestro Señor Jesucristo. Necesitaba su dirección.
El día anterior a la biopsia, me pidieron que cantara en un servicio fúnebre, para colaborar con la familia de quien había sido un miembro de nuestra iglesia y que acababa de perder a su patriarca. Elegí «¿Cómo podré estar triste?» de C. D. Martin, y recuerdo que la letra tocó mi corazón mientras cantaba.
Cuando entré en el hospital a la mañana siguiente, le conté al primer médico que me atendió que había dormido bien, teniendo en cuenta las circunstancias. Su respuesta fue: «¡Oh, que no se turbe tu corazón!» ¡Qué increíble! El médico había pronunciado las mismas palabras de la canción. Entonces me di cuenta de que hasta en la letra de una canción que yo misma podía cantar, Dios aquietaba mis preocupaciones y me ayudaba a estar en paz. Solo necesitaba un «empujón extra de fe», y Dios usó a un profesional de la salud para dármelo. Y todo salió bien. Estoy agradecida por el ánimo y el cuidado del personal médico.
Jesús no nos dijo que, después de orar, hemos de seguir preocupándonos. Quiere que tengamos fe en él. Preocuparnos solo complica las cosas. No siempre es posible controlar las circunstancias de nuestras vidas, pero podemos ser dueños de nuestros pensamientos ante lo que ocurra. El Señor ha prometido nunca dejarnos ni abandonarnos (Heb. 13:5). Es cuestión de tener una fe tan sencilla como la de un niño. ¡Aleluya!
PATRICE HILL TAYLOR
es logopeda y vive en Wáshington D.C., EE. UU.
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Tomado de: Lecturas Devocionales para Damas 2018
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