«Ten Presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto». Proverbios 3: 6
DURANTE MUCHOS AÑOS HE LUCHADO contra los fibromas o, como yo los de nomino, «la enfermedad de la mujer de color». Muchas mujeres afroamericanas hemos padecido o padecemos esta enfermedad. Esta situación resulta frustrante, pues yo he sufrido muchas veces los síntomas de este trastorno. Sin embargo, siempre he sentido cómo Dios me animaba sabiendo que nunca nos enfrentaremos a un reto que no seamos capaces de soportar.
El 26 de marzo de 2015 festejé otro cumpleaños. Normalmente, las celebraciones de mis cumpleaños duran una semana, pero, por alguna razón que desconozco, a la mañana siguiente no tenía ganas de celebrar, así que me puse ropa de color negro, algo poco común en mí. No podía imaginarme que después de celebrar un cumpleaños tan estupendo, al día siguiente caería enferma.
Me ingresaron y tuvieron que realizarme una transfusión de emergencia. Todo estaba sucediendo demasiado rápido. No obstante, cuando Cristo te acompaña en medio de tus problemas y enfermedades no hay nada imposible. Gracias a eso, me dieron el alta y los médicos me recordaron que esto solo había sido un «apaño»; tendría que someterme a una cirugía mayor para evitar recidivas.
En diciembre de 2015, tomé un vuelo a mi país de origen, Jamaica, para someterme a la cirugía y el 14 de ese mismo mes me ingresaron de nuevo. Por supuesto, estaba muerta de miedo, como supongo que en semejante situación le sucedería a todo el mundo. A nadie le resulta fácil saber que tiene que someterse a una intervención quirúrgica tan delicada. Me intervinieron a eso de las siete de la noche del 16 de diciembre de aquel año y tres días después estaba fuera del hospital. Hoy puedo disfrutar la vida porque Dios me cuidó.
A veces sentimos miedo, pero no tenemos nada que temer, el Señor nos recuerda que él «no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio» (2 Timoteo 1: 7). Y si me permites añadir algo al texto yo diría que también «un espíritu de esperanza».