Cómo podemos agradecer bastante a nuestro Dios por ustedes y por toda la alegría que nos han proporcionado delante de él? Día y noche le suplicamos que nos pennita verlos de nuevo para suplir lo que le falta a sufe». I Tesalonicenses 3: 9-10 , NVI
EL AMOR AL SEÑOR JESÚS se pone de manifiesto por el deseo de actuar como él actuó, para beneficiar y elevar a la humanidad. Su amor nos motiva a amar con ternura y compasión a todas las criaturas que gozan del cuidado de nuestro Padre celestial. La existencia terrenal del Salvador no fue una vida de comodidad y satisfacción propia, sino de acción persistente, fervorosa e infatigable en favor de la salvación de la humanidad perdida. Así también, los que somos partícipes de la gracia de Cristo, hemos de estar dispuestos a cualquier sacrificio para que todos por los que él murió compartamos el don celestial, y llevemos a cabo cuanto esté a nuestro alcance para hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. — El camino a Cristo, cap. 9, pp. 114-115. Si llamamos a Dios «Padre nuestro», hemos de reconocer que somos hijos suyos, y tenemos que dejarnos guiar por su sabiduría obedecióndolo en todo, conscientes de que su amor es inmutable. Así nos pondremos en disposición de aceptar su plan para nuestra vida. Como hijos del Padre celestial, tendremos como máxima prioridad el nor de Dios, su carácter, su familia y su obra. Nuestro gozo ha de consistir en reconocer y honrar nuestra relación con el Padre y con todos los miembros de su familia. Nos sentiremos felices de llevar a cabo cualquier labor, por humilde que sea, que contribuya a su gloria o al bienestar de nuestros semejantes. — El discurso maestro de Jesucristo, cap. 5, pp. 161-162.
«En realidad, tambiényo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme». Gálatas 2: 20, TLA
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Devocional Vespertino Para 2017.
“Una Religion Radiante”
Por: Elena G. de White