«Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo». Hechos 13: 52
EL ESPIRITU SANTO es el aliento de la vida espiritual. La concesión del Espíritu es la concesión de la vida de Cristo.— El Deseado de todas las gentes, cap. 84, p. 761. Tan pronto como acudimos a Cristo nace en nuestro corazón un vivo deseo de dar a conocer a los demás cuán precioso amigo hemos encontrado en el Señor Jesús. La verdad salvadora y santificadora no puede permanecer confinada en el corazón. Si estamos revestidos de la justicia de Cristo y rebosamos de gozo por la presencia de su Espíritu, no podremos quedarnos callados. Si hemos probado y visto que «el Señor es bueno, su bondad perdura por siempre» (Sal. 100: 5, LPH), tendremos mucho que compartir con los demás. Como Felipe cuando encontró al Salvador, invitaremos a otros a que se acerquen a él, procurando presentarles los atractivos de Cristo y de las realidades invisibles del mundo venidero. Nuestro anhelo será seguir en la senda que Jesús recorrió, y nuestro deseo, que quienes nos rodean puedan conocer al «Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1: 29). El esfuerzo por hacer bien a los demás redundará en bendiciones para nosotros mismos. Y ese era el propósito de Dios al atribuirnos una parte en el plan de redención. El concedió a los seres humanos el privilegio de ser hechos «participantes de la naturaleza divina» (2 Ped. 1: 4) y de difundir a su vez bendiciones para sus prójimos. Este es el nor más alto y el gozo mayor que Dios puede conferir a los seres humanos. — El camino a Cristo, cap. 9, pp. 115-117. « Así Dios nos ha entregado sus Preciosasy magníficas Promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tenerParte en la naturaleza divina» . 2 Pedro l: 4, NVI
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Devocional Vespertino Para 2017.
“Una Religion Radiante”
Por: Elena G. de White