«Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil» (Isa. 40:29).
Era uno de esos días en los que tienes demasiadas cosas que hacer y parece que el tiempo conspira en tu contra. Estaba tan apurada mientras caminaba por la calle que parecía que mis piernas volaban. Fue entonces que sucedió algo interesante. Delante de mí, iban dos mujeres ancianas caminando con piernas frágiles y cansadas. Las alcancé, lista para pasarlas como un rayo, cuando me vino el pensamiento: Qué bueno que puedo caminar tan rápido. Sé que en unos años seré como estas mujeres y caminaré con mucho esfuerzo. Mis piernas ya no obedecerán tan bien cuando mi cerebro les ordene que se apuren.
En ese instante, agucé el oído y disminuí mi paso, para escuchar a una de esas mujeres, que suspiró y le dijo a la otra:
—Ah, cuando era más joven, tenía piernas fuertes y yo también podía caminar rápido. Pero ha pasado el tiempo y ya no puedo hacerlo…
—Sí, ambas nos movíamos con rapidez antes.
- Pensé en ese simple evento por varios días y, finalmente, llegué a la conclusión de que en nuestras vidas espirituales sucede exactamente lo opuesto. Si hoy me siento un fracaso; si hoy me faltan fuerzas para correr lejos del pecado; si hoy mis piernas son débiles y desfallezco, cada día puedo volverme más fuerte al caminar con Jesús. Y al pasar los años en el viaje de esta vida, gano más energía y más fuerza al crecer en mi relación con él. Progresaré hasta el punto en que podré volar tan alto como las águilas, correr sin cansarme, caminar y no desmayar (ver Isa. 40:31).
El apóstol Pablo nos dice que podemos hacer como él: «Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. Así que, ¡escuchen los perfectos! Todos debemos tener este modo de pensar. Y si en algo piensan de forma diferente, Dios les hará ver esto también. En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado» (Fil. 3:14-16). Incluso si la carrera de la vida y los años ocupados que pase aquí, en la tierra, me debilitan físicamente, sé que hay un día mejor por delante. Es por esto que sigo confiando en las promesas de Dios de vencer el pecado y darme fortaleza espiritual en mi caminar cristiano.
ELLEN REZENDE FESTA
es profesora y vive en Brasil.
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Tomado de: Lecturas Devocionales para Damas 2018
“Bendecida”