«Convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con todos ustedes para contribuir a su jubiloso avance en lafe». Filipenses l: 25, NVI
LA PLENITUD DE LA LUZ, el amor y el poder divinos les serán impartidos a los ungidos que viven en presencia de Dios, a fin de que ellos puedan impartir a otros, luz, gozo y consuelo. Los que son así enriquecidos tienen que enriquecer a otros con el tesoro del amor de Dios. — Profetas y reyes, cap. 48, p. 398. La religión está fundada en el amor a Dios, el cual también nos induce a amarnos unos a otros; está llena de gratitud, humildad, magnanimidad. Es abnegada, tolerante, misericordiosa y perdonadora. Santifica por completo la vida y extiende su influencia sobre los demás. Los que aman a Dios no pueden albergar odio ni envidia. Cuando el principio celestial del amor eterno llena el corazón, fluye a los demás, no simplemente porque se hayan recibido favores de ellos; sino porque el amor es el principio de acción que modifica el carácter, gobierna los impulsos, domina las pasiones, subyuga la enemistad, y eleva y ennoblece los afectos. Este amor no se limita a incluirme solamente «a mí y a los míos»; sino que es tan amplio como el mundo y tan elevado como el cielo, y está en armonía con el de los emisarios angélicos. Este amor, albergado interiormente, suaviza la vida entera, y hace sentir su influencia a su alrededor. Si lo tenemos, no podemos sino ser felices, sea que la fortuna nos favorezca o nos sea contraria. — Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 221. «Pido al Padre que de su gloriosa riqueza les dé a ustedes, interiormente Poder y fuerza por medio del Espíritu de Dios, que Cristo viva en sus corazones por la fe, y que el amor sea la raízy elfundamento de sus vidas».