«Por eso te pido que me des ahora la región montañosa que el Señor me Prometió». Josué 14: 12
HE TENIDO EL PRIVILEGIO de participar en varias campañas de evangelización y he presenciado muchos cambios de vida milagrosos que puedo compartir como testimonios del gran poder de Dios; pero la campaña en More Longue, Granada, merece ser destacada. Esta comunidad tiene sus propios desafíos. Está situada en una zona aislada en la región montañosa de Saint Andrews. No hay transporte público y las carreteras son malas y muy empinadas. Es una comunidad de unas 250 personas, con un alto índice de alcoholismo.
Muchos habitantes del pueblo asistieron a las reuniones de la campaña, incluido Roland L. Charles. Tuve el privilegio de visitar a este señor en repetidas ocasiones. Tenía una edad avanzada y poseía un pequeño negocio que servía a la comunidad. El miércoles de la última semana decidió aceptar a Jesús como su Salvador. Sin embargo, el viernes por la noche nos llamó diciendo que había cambiado de opinión. Supusimos que sus vecinos lo habían convencido de no hacerlo, algo común en estas comunidades pequeñas. Así que fui a visitarlo junto con la hermana Wilma y otro hermano.
Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que había varios hombres y mujeres embriagados afuera de su casa, y una de las mujeres amenazaba con cortar con un machete a uno de los hombres. En cuanto nos reconocieron, uno de los hombres gritó: « ¡No se va a bautizar!», haciendo referencia al señor Charles. Incluso mientras estábamos hablando con él, algunos de los hombres le dijeron que no se bautizara.
Se estaba librando una batalla por su alma. Entonces estalló una pelea entre la mujer que blandía el machete y otra persona. Los contendientes llegaron hasta el costado de la casa donde nos encontrábamos. Milagrosamente el machete cayó justo a nuestro lado. La hermana Wilma lo tomó y lo colocó fuera del alcance de los que peleaban, mientras la riña continuaba. Ella y el otro hermano continuaron orando mientras yo seguía alentando al señor Charles. Me retiré de ese lugar con la seguridad de que el señor Charles entregaría su vida a Cristo.
No volví a ver al señor Charles hasta el día del llamamiento para el bautismo, allí estaba él, de pie junto con otras nueve personas de la comunidad. ¡Todos ellos se bautizaron el mismo día!
Hoy Dios puede obrar milagros similares en tu vida. Únicamente debes, como Caleb, pedirle que te dé esa «montaña» que tanto anhelas.